Tenía ganas de escribir sobre la Pornografía.
Mucho
se opina sobre ella:
desde el contenido
artístico/no artístico de películas, imágenes y revistas, pasando
por la gran oferta que existe en Internet:
páginas de consumo, compra, etc., hasta de la curiosidad de cómo es
la vida de un actor o actriz porno.
Pero sobre todo, lo
que nos preocupa e inquieta del porno, es si es favorable o no
favorable el consumo de la pornografía en nuestra sociedad. Y de ahí
surgen diferentes preguntas….
¿Cual
es su auténtica
finalidad?
¿A qué público va
dirigido?
Vamos
por partes… (sin
tener en cuenta la pornografía infantil, que es totalmente abusiva,
denunciable e intolerable. Bueno,
ojalá no existiera ni el concepto, por lo que tampoco el hecho).
La
pornografía creada para adultos en sus diferentes modalidades tiene 3 finalidades: lúdica, erótica
y artística. La mayoría estaríamos de acuerdo… pero, ¿Es
educativa? Vamos a ver...
La definición de
pornografía es:
1. Descripción o
representación de escenas de actividad sexual
2. Obra literaria,
artística, cinematográfica, etc., que describe, presenta o muestra
actos sexuales de forma explícita con la finalidad de excitar
sexualmente.
Pero,
¿Son estas escenas reales?
Mayoritariamente no.
Cuando
se crearon las primeras fotografías y películas pornográficas,
eran más reales que las actuales. La
pornografía ha ido evolucionando en nuestra sociedad, de
forma que ha ido introduciendo la fantasía sexual de su principal
consumidor, el hombre; hasta convertirse en
una creación prácticamente imaginaria y
fantasiosa, donde las vivencias, cualidades
y atributos de sus personajes son más cercanos a la ciencia ficción
que a las posibilidades reales. Sí,
¡¡Verlo así!!
En el porno hay
superhéroes y heroínas!!! Seguro
que muchos aun soñamos con ser Superman,
pero no nos tiraríamos con capa al vuelo
libre...
El
exceso de coitocentrismo
que contienen las imágenes pornográficas,
ha dominado y aniquilado la creatividad
durante sus 3
últimas décadas.
La
pornografía, por tanto, no es educativa. Si fuera educativa sería
recomendable para un público adolescente o
juvenil, y no lo es. El
adulto consciente que sabe que un público joven está consumiendo
pornografía, debe ayudar a desconfigurar
qué hay de valor
positivo en su
contenido (disfrutar de la autoexcitación y
autoerotismo, solo
eso).
La
pornografía, por tanto, tiene una única
finalidad positiva en nuestro placer y en
nuestra erótica, ya que es una vía (solo
una más) que puede utilizarse
para ayudarnos a excitarnos
sexualmente. Estimula de forma visual, y
por eso, incluye explícitamente un alto
contenido de visualización de la actividad sexual. La vista es el
órgano que principalmente utiliza el
hombre para activar
su lívido
sexual. Por
eso, durante estas
últimas décadas, su contenido también se ha ido acercando más a
la fantasía masculina que a la
femenina, hasta convertirlo en un tópico.
Del tópico es de
donde nace su perversión y desnaturalización de la sexualidad
humana. No existe peor patrón sexual para decrecer sexualmente que
los contenidos de una peli porno de entre los 90 hasta hoy.
Sí,
lo reconozco, he sido bastante dura…
Seguro que muchos diréis
que hay
excepciones…. Lo sé.
La
verdad es que me alegro mucho que el mercado empiece a generar
escenas más
naturales, más eróticas y menos coitocentristas. Si bien, el
acercamiento a esta realidad menos heroica, viene dada por el reclamo
del nuevo
aumento de público
femenino.
En
definitiva… La pornografía no hace daño a nadie, siempre y cuando
se tenga conciencia que su contenido es ciencia ficción y que, las
realidades, posibilidades
y deseos de la mayoría de personas son menos agresivas que las que
relatan las versiones más coitocentristas.
Para
la educación sexual y para el desarrollo de nuestra sexualidad, la
pornografía no es un fin. En cualquier caso, puede usarse como medio
de debate para criticar lo que no es ni posible ni real. Si bien, la
educación sexual deberá focalizarse más en el desarrollo de
nuestros sentidos como vía de exploración del placer; en la
importancia del diálogo, el respeto y la comunicación que
establecemos con las personas con quienes mantenemos relaciones
sexuales; y en el
desarrollo de nuestra autoestima y la capacidad de poner límites a
las personas con las que intimamos.
Por último decir,
ver porno no es un problema, ni algo que deba ser secreto ni motivo
de vergüenza. El problema es creer que lo que te enseña el porno es
lo que debemos hacer en nuestra vida sexual. De su intento y
proyección, fracasaremos la mayoría de las veces.